Uno
de los alimentos que siempre pensé que era de los más saludables es
la leche. Con tanta promoción que le han hecho, que si el calcio,
que si hay que tomarla para tener huesos fuertes, etc. Era casi un
pecado no tomarse al menos un vaso al día. En mi casa no podía
faltar, y muchísimas veces prefería un plato de cereal con leche
que cualquier otra comida. Pero lamentablemente no es tan saludable
como nos habían hecho creer.
Tengo
una amiga que dice que no debemos tomar leche ya que hasta los
animales llega un momento en que dejan de tomar leche, o sea que la
naturaleza nos dice hasta cuándo está bien hacerlo. Los humanos
tomamos leche que se nos provee a través de los senos de nuestra
madre, pero llega el momento que se deja de producir la leche porque
ya no se necesita. Pero nos empeñamos en seguir tomando leche, aún
sabiendo los efectos dañinos que nos puede ocasionar a nuestra
salud.
Hace
unos años comencé a tomar leche de almendra y ha sido muy
beneficiosa, a parte de que el sabor es muy bueno. Y aunque sea
sorprendente que de la almendra se pueda hacer leche, vale la pena
intentar probarla por todos los beneficios que conlleva.
Lo
principal es que no contiene lactosa, razón suficiente para que la
gran cantidad de personas que son intolerantes a ella, puedan
disfrutarla sin problemas.
- Entre los nutrientes que posee están la vitamina E, vitamina D, selenio, manganeso, calcio, hierro y riboflavina.
- El contenido de azúcar es bajo.
- Tiene solo 60 calorías, por lo que es muy recomendable si quieres perder peso.
- Es excelente para reducir los triglicéridos y el colesterol malo (LDL), y mejorar el colesterol bueno (HDL).
- Al tener un alto porcentaje de fibra es muy buena para mejorar el sistema gastrointestinal.
- No necesita refrigerarse, aún después de abierto el envase.
Lo
único que se puede decir negativo de la leche de almendras es su
precio, pero vale la pena gastar un poco más cuando los beneficios
lo ameritan. En todo caso, puedes aventurarte a preparar tu propia
leche de almendras.
¿Qué
necesitas?
- Almendras
- una tela
- licuadora
Para
empezar tienes que remojar las almendras en agua durante toda la
noche. Al otro día, eliminas el agua donde las remojaste, colocas
las almendras en la licuadora, añades una taza de agua y se licúa.
Luego que todo esté bien licuado, cuelas ese líquido con la tela y
ya tienes tu leche de almendras.
Haciendo
pequeños cambios en nuestra alimentación podemos tener una vida más
saludable. Anímate!!!
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